lunes, 7 de abril de 2008


“Quien cocina con amor genera amor”


Sor Isabel Lora es una bondadosa monjita del Monasterio de Nuestra Señora del Rosario en Daroca (Zaragoza). Lleva prácticamente toda su vida dedicándose a Dios y a la cocina dado que ingresó en el Monasterio en 1961. Tras muchos años endulzando la vida de sus hermanas de la Congregación decidió escribir un libro para hacer la vida de los españoles un poquito más dulce. El primer libro, “Los dulces de las monjas”, contenía recetas de repostería que Sor Isabel había aprendido de su madre. A este primer libro le siguieron “El puchero de las monjas”, “Cocina familiar” y Los mejores postres” todos ellos con gran éxito. Hace unos meses reapareció en nuestras vidas con un nuevo libro “La botica de Sor Isabel” con numerosos remedios naturales para mejorar nuestra salud.

P: ¿Con cuántos años entró al convento y cómo fueron sus primeros momentos en él?

R: Entré en el convento con 17 años y desde el primer momento encontré en él todo lo que llenaba mi ser: Dios. Los primeros cuatro años fueron de noviciado y vivía con cinco novicias más. Todas formábamos una gran familia. Los primeros años no fueron muy duros en cuanto a los valores que regían la comunidad: obediencia, sensatez, pureza, puesto que ya en mi casa regían estos valores. Sin embargo, la comida era muy austera y yo estaba acostumbrada a mi madre que era una gran cocinera.

P: ¿Qué actividades ha realizado en el convento a lo largo de su vida?

R: He desempeñado distintas funciones. He sido enfermera, portera, 22 años tornera, bordadora, procuradora y, finalmente, cocinera.

P: ¿Cómo es su vida en la congregación?

R: A las seis de la mañana me levanto y media hora después voy al coro a rezar y cantar el Ángelus. Rezo durante tres horas y a las nueve de la mañana desayuno con la comunidad. El resto de la mañana la dedico a preparar la comida y ayudar a las hermanas en las labores del hogar. Por la tarde, tenemos tres cuartos de hora de recreo, es decir, para leer, hablar con las hermanas, pintar, etc. Y el resto de la tarde lo dedico a rezar hasta la hora de cenar que es a las nueve de la noche. Después de cenar canto completas con el resto del convento y me acuesto temprano.

P: ¿De dónde viene su afición por la cocina?

R: Aprendí el oficio de cocinera de mi madre, a quien siempre tengo presente cuando realizo un plato de lentejas o una tarta. Desde los ocho años me he dedicado a cocinar observando a mi madre, y le ayudaba a preparar la comida para mi padre y mis hermanos.

P: ¿Cómo se decidió a escribir los libros?

R: No fue una iniciativa propia. Vino a visitarnos un amigo periodista que tiene un cargo en Planeta y nos propuso realizar un libro de repostería. En un primer momento, no lo tenía muy claro pero luego la congregación vimos en este proyecto una forma de ayudar en el proceso de la Beatificación de la Madre Teresita.

P: ¿Cómo afrontó su primera entrevista?

R: Al principio estaba bastante inquieta pero, gracias a mis oraciones, pude afrontar la situación con serenidad. Además, debo decir que los periodistas me trataron con gran respeto.

P: En sus libros podemos observar que no sólo aparecen recetas sino también frases espirituales. ¿Cree que existe relación entre la cocina y Dios?

R: Sí, Dios está entre los pucheros porque está en todo lo que se hace. Sólo por Dios tienen sentido las recetas, porque quien cocina con amor genera amor.



DAROCA, RINCÓN DE LOS

VIAJEROS

Daroca es una hermosa ciudad recientemente elegida como la sexta maravilla de Aragón. Fue fundada en el siglo VIII por los árabes del Yemén y, en la Edad Media, tomó un esplendor considerable por el fuero otorgado por Ramón Berenguer IV en 1142, que permitió que la ciudad se convirtiera en capital de un extenso territorio fronterizo. Este bello rincón de Aragón fue zona de convivencia entre musulmanes, judíos y cristianos, y todavía hoy se puede observar esa variedad cultural en sus monumentos y en el trazado de sus calles. En el momento en el que el visitante llega a la ciudad de Daroca, puede comenzar su recorrido turístico admirando los distintos monumentos que la ciudad presenta. Se puede comenzar la visita desde la plaza de la Colegial, donde se encuentra la Colegiata de Santa María. El visitante no puede dejar de visitar, dentro de la iglesia, la capilla dedicada al Milagro Eucarístico de los Sagrados Corporales. La capilla presenta un retablo de estilo borgoñón, de piedra caliza con muchos pliegues. El escultor que realizó dicho retablo fue Juan de la Huerta que, posteriormente, talló la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Todos los años, Daroca celebra las fiestas del Corpus, dedicadas al milagro aquí mencionado. Se cuenta que, en 1239, las tropas cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud se disponían a conquistar a los moros en el castillo de Luchente. Momentos antes de llevar a cabo la conquista, el capellán darocense, D. Mateo Martínez, se dispuso a celebrar misa consagrando seis formas destinadas a la comunión de los seis capitanes de aquellas tropas. Pero un ataque sorpresa del enemigo obligó a suspender la misa. El capellán ocultó las formas envueltas en el corporal en un pedregal del monte. Rechazado el ataque, del que salieron victoriosos los cristianos, los comandantes pidieron al sacerdote que les diera la Comunión, y cuál fue la sorpresa, cuando el Padre Mateo sacó las seis formas, y éstas estaban empapadas en sangre y pegadas a los Corporales. Cada comandante quería el corporal para sí mismo, así que decidieron colocar el corporal en una mula y dejar que ésta vagara hasta encontrar un lugar donde parar. En el lugar donde la mula muriera, quedaría allí el corporal. Así, el siete de marzo la mula llegó a Daroca y murió. Por este motivo, muchos peregrinos de Luchente viajan a Daroca para participar en la celebración del Corpus y contemplar la arqueta del milagro.

Pero el visitante debe continuar el descubrimiento de esta ciudad. Debe retrotraerse a la Edad Media y recorrer el recinto amurallado de la ciudad con sus puertas, sus pozos y sus siete iglesias. Junto a este recorrido monumental, Daroca cuenta con un patrimonio natural digno de conocer. Es imprescindible pasear por la orilla del río, sentir el viento que acaricia la cara y oír el agua que corre buscando su destino. Caminar por el pinar de Daroca y descubrir nuevas vistas de la ciudad deja en el visitante un buen sabor de boca. Y para que perdure ese buen sabor de boca, nada mejor que degustar la gastronomía de la que presumen (no sin motivo) los darocenses. Un menú variado compuesto por migas o jamón, ternasco con patatas y de postre rosquillas de Daroca o almojábanas son una buena manera de conquistar el estómago. Todo turista que desee una alternativa de ocio para el fin de semana debe conocer este rincón de viajeros para descubrir todos sus secretos.

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