El pasado miércoles 28 de mayo el director y presentador del programa “La Mañana”
de la cadena COPE, Federico Jiménez Losantos, acudió a declarar al juzgado número 6 de lo penal al estar imputado por un delito de injurias y calumnias contra Alberto Ruiz-Gallardón. Desde que se descubriera la trama de corrupción marbellí, ningún juicio había levantado tanta expectación. A las ocho y media de la mañana el periodista turolense hacía su aparición entre la multitud de flashes. Seguidamente aparecía Ruiz-Gallardón. Y a continuación, conocidas caras del mundo de la política y del periodismo fueron desfilando a las puertas del juzgado. Pedro J. Ramírez, Luís Herrero, Esperanza Aguirre, Ángel Acebes o Eduardo Zaplana, entre otros, acudieron al juzgado para declarar a favor del demandante o del demandado según se mire.
El juicio más que un juicio fue un espectáculo. En primer lugar, Ruiz Gallardón leía ante la juez su declaración, recurso prohibido por la Ley de Enjuiciamiento criminal. Los testigos deben declarar de viva voz salvo que existan datos que sean difíciles de recordar. O los nervios le traicionan o el alcalde madrileño tiene mala memoria. En segundo lugar, la cara y la postura de Losantos, sentado ante la juez, denotaba un claro aburrimiento y estado de incredulidad. En tercer lugar, demasiadas risas y miradas de complicidad se dieron entre Losantos y sus testigos. Testigos que perdieron la memoria al sentarse ante su señoría puesto que no aportaron argumentos suficientes a favor del periodista.
Después de estas reflexiones, lo que realmente ha importado a los periodistas no son las continuas desavenencias entre unos y otros sino que se cuestionen derechos tan esenciales como la libertad de expresión y el derecho de información. Si Losantos pierde en este juicio, algunos pesos pesados dentro del periodismo afirman que se estará actuando en contra de la libertad de expresión. Poniendo en práctica nuestros derechos como periodistas ¿podemos emitir opiniones que contengan calificativos del tipo “traidor” o “siniestro” y por ello no estar expuestos a una demanda? ¿La libertad de expresión es incompatible con la expresión de la opinión?